Mundos convergentes: Contratación y educación
Dos mundos que antes estaban bastante separados, el de la contratación y el de la educación superior, convergen cada vez más. Si bien esta tendencia era evidente antes de la COVID-19, la pandemia la ha acelerado significativamente. Un seminario web reciente que moderé sobre este tema para IFC me hizo reflexionar acerca de algunos cambios tectónicos que creo que todos —educadores, empleadores, estudiantes, desarrolladores de tecnología educativa e inversionistas— debemos comprender mejor para poder abordarlos con eficacia.
Antes que nada, existe un gran desajuste de habilidades en los mercados laborales. Esto se debe en parte a que la naturaleza del trabajo está cambiando muy rápidamente, en particular en el universo digital. Hubo un tiempo, no muy lejano, en que las personas que trabajaban en el sector tecnológico necesitaban principalmente habilidades digitales. La situación ha cambiado por completo, en especial debido a la COVID-19, y ahora sectores como el comercio minorista y la banca tienen que poner un mayor énfasis en las habilidades digitales en diversos niveles de su fuerza laboral.
Los educadores han estado conscientes de la carencia de habilidades desde hace tiempo y han tratado de solucionar este problema. Una de las cosas que están haciendo es facilitar que las personas adquieran las competencias necesarias. Las instituciones educativas están ofreciendo en línea algunos contenidos excelentes. El punto crucial no es la falta de contenidos educativos relevantes para el empleo, sino que es necesario conectar mejor a las personas que buscan trabajo con las habilidades y las oportunidades de formación indispensables para su desarrollo profesional.
Las plataformas sociales como LinkedIn, que han evolucionado hasta convertirse en organizaciones de gestión del talento, proporcionan un “tesoro escondido” de datos sobre las habilidades que tienen las personas, las que les faltan y cuáles son las que quieren los empleadores. La inteligencia artificial está comenzando a utilizarse para conectar estos puntos, pero hay mucho que mejorar para identificar y reducir las brechas de habilidades.
La pandemia ha consolidado aún más dos fenómenos — la economía del trabajo a distancia y el trabajo a distancia — que comenzaron antes de COVID. Cada vez más trabajadores están pasando de tener un empleador único a largo plazo a trabajar con varios empleadores y realizar trabajos basados en proyectos, en la llamada economía “Gig”. Aunque existen algunas diferencias culturales y regionales, son contundentes.
Si bien el riesgo de fuga de cerebros sigue existiendo en el mercado de trabajo mundial, este riesgo se ha transformado un poco. En el mundo de la tecnología, por ejemplo, el peligro es que los gigantes tecnológicos, que tienen mayores recursos financieros, “roben” los mejores talentos de las pequeñas y medianas empresas. Es comprensible que los trabajadores tiendan a sentirse atraídos por los empleos mejor remunerados, por lo que debemos comenzar a pensar en ello, en particular cuando analizamos las tendencias de la movilidad social.
Otra novedad: las zonas geográficas son una consideración cada vez más importante a la hora de elegir un empleo. Por ejemplo, si usted trabaja a distancia desde América Latina, puede ser más fácil conectarse en tiempo real con colegas de otras partes de América, o incluso de Europa, que con colegas de Asia oriental.
Atribuir un valor monetario a las habilidades es cada vez más posible gracias a los sofisticados análisis de datos realizados por las empresas de contratación en línea, con el fin de colocar un valor en dólares a la adquisición de una competencia en términos de las expectativas salariales de una persona que busca empleo. Estos datos pueden realmente ayudar a los que buscan trabajo, ya que les permiten tomar decisiones mejor informadas sobre el tipo de capacitación que van a realizar, un proceso que, de otro modo, puede resultar mareante y emocionalmente agotador. Revelo, un cliente de IFC en Brasil, ha hecho un trabajo excelente en este ámbito.
Todo esto tiene enorme importancia para las instituciones de educación superior tradicionales. Cada vez más, entienden que deben poner más énfasis en la empleabilidad y dotar a los graduados de un título y de las habilidades necesarias para ingresar de lleno al mundo del trabajo. Muchas instituciones de educación superior en los mercados emergentes ya lo han hecho bastante bien; son sus homólogas en las economías avanzadas las que a menudo tienen que ponerse al día.
Esta historia es una adaptación de un artículo publicado originalmente en la página de LinkedIn de Alejandro Caballero, especialista principal en educación de IFC.