La empleabilidad comienza con los educadores
Hace 20 años, entré a la oficina de mi tutor con grandes expectativas para mi primera sesión de retroalimentación. Con el fin de evaluar mis habilidades, me había encargado escribir un ensayo en el que se expusieran los efectos de la inflación o el desempleo en una economía, para tener un punto de referencia para el autodesarrollo al iniciar mi trayectoria académica. Me fui de esa reunión sintiéndome abatida, pero lo más probable es que mi tutor describa esta experiencia de una manera diferente. Parecía satisfecho de que me había motivado a sentirme bien conmigo como una joven estudiante de África que asistía a una universidad de primer nivel del Reino Unido.
¿Qué sucedió en esa reunión y por qué es importante?
El profesor Xavier (no es su verdadero nombre) me felicitó por escribir un buen ensayo. Se sorprendió de que tuviera un buen dominio del inglés, a pesar del hecho de que soy de Nigeria. Le pareció impactante que hubiese aplicado el pensamiento crítico y hubiese considerado un punto de vista alternativo. Poco a poco me fui haciendo a la idea: tenía muy bajas expectativas sobre mí.
El profesor Xavier dejó clara su postura cuando aplaudió mi valentía al proporcionar una ilustración de mi país. La descripción vívida de una nación devastada por la guerra, ciudadanos con hambre y un sistema económico en bancarrota era la situación perfecta para la hiperinflación. Excepto que no lo era.
Nunca mencioné a Nigeria; el ejemplo era puramente hipotético. Me impactó el doloroso hecho de que mi tutor tenía una visión del mundo fija e, incluso con la mejor intención, su sonrisa de aliento nunca me desafiaría a hacer más.
El profesor Xavier no podía socavar mi autoestima. Asistir a la universidad no fue un logro importante en mi familia, ya que era una estudiante de tercera generación. Sin embargo, esta no es la realidad para otros que enfrentan a su propio profesor Xavier como alumnos de primera generación. Estos estudiantes tal vez no entiendan que todos somos capaces de hacer grandes cosas, independientemente del lugar de procedencia o de las oportunidades que se puedan tener o no.
Siempre he considerado que los educadores deben conocer el impacto de su sesgo personal y de su influencia para que el cambio se produzca a gran escala. Hace poco, esta creencia despertó cuando leí el libro Factfulness de Hans Rosling. Mi epifanía fue darme cuenta que el cambio solo puede ser eficaz cuando los “guardianes” se hacen responsables y se resisten a transferir sus conceptos erróneos al mundo.
Tratemos una pregunta típica de la prueba Gapminder de Hans Rosling. ¿Cuántas niñas de países de ingreso bajo terminan la escuela primaria? ¿El 60 %, el 20 % o el 7 %? La respuesta correcta es el 60 %. Si se equivocó al responder, hay muchos como ustedes. Más del 80 % de los encuestados supone erróneamente porque la mayoría de nosotros tiende a ver al mundo como algo peor de lo que es en realidad.
Esto explica por qué a menudo no logramos cambiar las cosas.
Una vez oí a un profesor de una universidad africana decir que abordar el elevado desempleo frente al aumento de la cantidad de jóvenes es como tratar de ordeñar a un león. Tanto el profesor Xavier como el profesor africano tenían algo en común: una actitud pesimista que no se basa en hechos.
Como educadores, debemos vernos a nosotros mismos más allá del papel de asesores ocasionales para convertirnos en promotores del cambio de mentalidad, creadores de líderes y agentes de cambio en el mundo. Si una niña o un niño que está en nuestra aula es una refugiada o un refugiado de un país devastado por la guerra, esto no debería impedirnos tener altas expectativas y desafiarla o desafiarlo a hacer más. Sus experiencias no son un impedimento, sino un activo en un mundo que necesita diversidad en el liderazgo.
Quedarse con la idea de un mundo dividido (ingresos altos frente a ingresos bajos) en que la mayoría de las personas se encuentran atrapadas en miseria y privaciones, haría a cualquier educador ser incapaz de inspirar talento. Si no cuestionamos nuestros propios puntos de vista, nunca seremos promotores del cambio. Recuerde que la capacidad para crear valor como empresario o empleado comienza con la confianza en sí mismos, y nosotros, como padres y docentes, tenemos la capacidad de desplazar las barandillas para promover o generar los próximos agentes de cambio.
Como embajadora de Vitae, sé que los grandes resultados se pueden obtener cuando las personas son protagonistas de los procesos que conducen a los resultados. Es por eso que abogo por que los educadores sean conscientes de lo poco que se necesita para tener un impacto negativo en la vida de un estudiante. Es necesario ser menos pesimista acerca de la enormidad del desafío que enfrenta un estudiante y menos proclive a describir los problemas a través de la perspectiva de la disparidad.
El proverbio de la cultura yoruba “Ara k’i wuwo k’alara ma le gbe” se traduce de la siguiente manera: “Por muy pesado que sea el cuerpo, el propietario podrá seguir cargándolo”. Esto significa que, a pesar de los obstáculos, cada uno de nosotros tiene la capacidad de hacer lo que nos corresponde.
Desafío a todos los educadores a tomar la prueba Gapminder Worldview Misconception y el Desafío de empleabilidad de Vitae. Hablamos con cientos de estudiantes a lo largo de nuestras carreras. ¿Qué probabilidades hay de que usted tenga la conversación adecuada con el próximo agente de cambio en su aula?
Mofope Israel-Adegboye, nigeriana de nacimiento, es especialista en educación y empleabilidad de Vitae en Sudáfrica.